lunes, 18 de marzo de 2013

Un pedacito de historia. "Libera me" de Alejandro Vivas



Me encanta la historia, me gusta pensar en otras épocas. Interpretar música me hace sentir irremediablemente ligada de una forma mágica a personas de otra épocas. Creo que en las obras musicales los compositores nos revelan mucho más que sus pensamientos musicales y me sobrecoge pensar que los intérpretes podemos intentar traducir todo eso. Cada obra, cada composición es un pedacito de historia. Un pedacito de historia que anida durante un tiempo en la cabeza de su compositor pero que luego pasa a pertenecer a todos los demás y permanece en el tiempo. El caso de la música es especial respecto a las otras artes que son de transmisión directa, en las que el espectador aprecia directamente la obra de arte. En la música es necesaria la intermediación de un intérprete para que el público pueda apreciarla. Por eso es un arte doblemente valioso, porque suma el alma del compositor y la del intérprete.  
Todas las obras musicales están concebidas para ser interpretadas en público y uno de los momentos esenciales es su estreno. El estreno es el comienzo del vuelo de una obra; cuando se desprende de las manos cariñosas y afanosas de su compositor y pasa a pertenecer un poquito a cada uno de los que intervienen en ella: los intérpretes, los oyentes... Es un momento histórico, único: una obra sólo puede ser estrenada una vez.




Ayer tuve la inmensa fortuna de participar en uno de esos momentos únicos, históricos. El coro Talia, al que pertenezco, junto con la Orquesta Metropolitana de Madrid estrenó en el Auditorio Nacional de Madrid la obra "Libera me" de Alejandro Vivas.
La emoción con la que se vivió es difícil de describir pero puede resumirse con el  aplauso cerrado que recibió de toda la sala.  
La obra es de una intensidad y una belleza completamente cautivadoras. Son casi diez minutos de emoción en los que el mundo orquestal y coral, aparentemente tan distintos en estilos, se entienden a la perfección. Momentos melódicamente magistrales se suceden con rítmicas inspiradas en Piazzolla imposibles de borrar de la cabeza durante mucho tiempo. Probablemente hoy muchos hemos caminado en compás de 7/8.
La interpretación que hizo ayer de ella Silvia Sanz consiguió potenciar al límite todas las cualidades expresivas y emotivas de "Libera me". La sutil manera de marcar los cambios armónicos en las violas, la calma tensa llena de sentimiento del Requiem y la energía y e ímpetu del final, hicieron del estreno un absoluto éxito.
Algunos podrán decir que no soy muy objetiva, ya que todos los protagonistas de esta historia son amigos muy queridos y el Coro Talia una parte muy importante de mi vida, pero puedo asegurar que el más de medio millar de personas que estaban ayer en la sala de Cámara del Auditorio Nacional demostraron que sintieron lo mismo que yo en un aplauso interminable.

Ayer escribimos un pedacito de historia. Una historia que deseo muy larga para una obra que no ha hecho más que empezar a volar.


  


1 comentario:

  1. Tuve el privilegio de ser testigo del acontecimiento musical que describes. Yo, mucho menos implicado que tú en el mismo, puedo corraborar la emoción que sacudió a los varios cientos de espectadores que tuvimos la fortuna de asistir al estreno de "Libera me". Y tuve el placer de estrechar la mano de Alejandro Vivas y felicitarle por su composición. Me sorprendió su modestia. ¡Increible! El autor de una obra maestra, de una pieza artística de indudable valor, agradecía las felicitaciones con una sencillez y una humildad dignas de admiración. Que difícil es encontar actitudes así en un mundo donde cualquier "alcornoque" se convierte en ídolo de masas por haber realizado un ridículo salto a la piscina desde un trampolín de un metro de altura. Lástima, pero este es el país en el que vivimos.

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